XXXIX.Capítulo: "No temo al enemigo que me ataca,si no al falso amigo que me abraza"

El silencio y la oscuridad reinaba aquella noche ,en el cielo se podían ver algunas estrellas. Los guardias estaban en las torres de vigilancia, mañana, los legionarios deberían seguir reforzando la empalizada.

-¡Flavius, Flavius , despiertate general! -gritó Tamaghnus como de costumbre.

-¿Qué sucede centurión?-se levantó de la cama Flavius.

-¡Las tribus de Tamara han capturado la patrulla que mandaste la pasada semana!

-¿¡Cómo!?¿cuántos legionarios eran? -preguntó alterado.

-80...mas su respectivo centurión. No sabemos si están vivos o no.

Flavius tiró todo lo que había en su mesa al suelo, estaba enfurecido, no toleraba la idea de perder a la patrulla. Le parecía un acto deshonrado.

-Debemos ir de inmediato a rescatarles. Despierte a todos los legionarios.

-¡No, es plena noche, no somos murciélagos!-se negó Tamaghnus.-Mañana en pleno día continuaremos, que tenga buenas noches Flavius, general.

-Centurión.- se despidió.

Flavius escuchó un ruido, se vistió y salió de su campaña , subió a una de las torres de vigilancia.

-General¿qué hace despierto a estas horas y con este frío helador?-preguntó uno de los legionarios que estaban en la torre.

-Me parece haber oído algún ruido, podría ser la patrulla que mandé.-respondió.

-Esto no es un mundo mágico, hay muy pocas probabilidades de que sigan vivos en las manos de esos druidas.-comentó otro de los legionarios.

Se hizo un gran silencio durante un largo tiempo. Un legionario bostezó, otro empezó a toser y otro se fue al baño.

-Silencio, me parece haber visto una armadura brillar a lo lejos.-dijo Flavius.-Legionario, vaya a despertar a todos los demás, pero en silencio.

-Será mejor dejarles dormir , mañana recobrarán fuerzas y podremos reforzar las murallas.

-Mejor legionarios cansados, que legionarios muertos.-respondió Flavius.

Todos los legionarios estaban dentro de la fortaleza, algunos en las torres , pero todos estaban atentos y en formación. En aquel momento el silencio reinaba, Flavius sabía que en cualquier momento aparecería su enemigo con su patrulla.

-Es inútil seguir haciendo guardia.-comentaron algunos de los centuriones.

-No, estoy seguro de que algo sucederá tarde o temprano, debemos salir de la fortaleza.-comentó el general Flavius.

-...¡Eso es peligroso, no podemos poner nuestras vidas en peligro de tal forma!-se negó Tamaghnus.

No tuvieron mas remedio que hacer caso, fueron saliendo poco a poco de la puerta. Algunos con antorchas, para despejar el camino, otros a caballo, se perdieron en lo que era el bosque. Los legionarios no sabían lo que era un bosque, se habían acostumbrado a vivir en grandes ciudades con grandes edificaciones ,lo que suponía aterrarles estar en el bosque. Pensaban que los árboles se movían, que les iban a estrangular en cualquier momento. En el bosque no había caminos con los que uno se podía guiar. Estuvieron caminando hasta el amanecer ,escucharon otra vez un ruido, el general mandó detenerse y ponerse en formación de testudo. De la nada empezaron a llover flechas ,algunas atravesaban los escudos y se clavavan en sus manos.

-¡Resistan!-gritó Tamaghnus.

Empezaron a escuchar gritos, el enemigo pareció dar la cara, aparecieron hombres y mujeres de estatura alta ,con cabellos largos y ojos claros. Había dos mujeres a lomos de un caballo. Una era Tamara y la otra desconocida. Tenía ojos azules y cabellos negros como las cenizas. Tenía sínbolos de color azul en la cara, levantó la mano, gritó algo ininteligible y todos los guerreros gritaron. Empezaron a hacer un pasillo y a empujar a la patrulla que había mandado Flavius. No quedaban muchos de los soldados.

-Son todos bien salvajes.-dijo Tamaghnus.

-¡Marcharos de aquí!-gritó Tamara.

-¡Jamás ,he venido aquí para un objetivo, devolvedme lo que es mío y quedaros con lo que es vuestro!-dijo el general.

-¡Lo haremos por las buenas o por las malas, mataremos a quien nos apetezca!-gritó Tamara.

-¿¡Qué quieres a cambio!?

-Volved a vuestra fortaleza, después os entregaremos a vuestra patrulla.

Flavius sabía que era una trampa, pero no tenía mas remedio que volver ,el bosque suponía un conflicto, empezaron a cruzar esquivando los árboles. Cuando llegaron a una campa descubierta, pensaron que reinaría el silencio.

-¡EMBOSCADAAA!-gritó Flavius.

Tamaghnus tocó su silbato y todos los legionarios empezaron a cambiar la formación, cada uno sabía lo que tenía que hacer. Empezaron a atacarles los guerreros, Tamara estaba en una colina observando.

-¡Tras mi, cubridme las espaldas!-dio orden Tamaghnus a sus legionarios.

Se dirigieron a la colina donde vieron a Tamara mirando al vacío.

-¿¡Estabamos llegando a la fortaleza y ahora intentas matarnos!?-le preguntó Tamaghnus enojado.

-Mi sed de sangre se sacia viendote sufrir, pero mi objetivo es Mari.

-No vas a tocar a nadie de los mios...-amenazó Tamaghnus.

-Manda a tus 80 legionarios marchar.-ordenó Tamara.

Los legionarios se unieron a la batalla y dejaron a solas a Tamaghnus. En medio del campo de batalla estaba Flavius, habían ganado al enemigo, pero ganar la batalla no significaba ganar la guerra, detrás de Tamara, en la colina, había miles de mujeres, niños y hombres preparados para la lucha. Flavius presenciaba a muchos de los cuerpos de sus legionarios en el suelo, era una mala experiencia, pero peor era lo que se encontraba en la colina, tenían a su patrulla y a Tamaghnus, no tenían casco ni armadura, sabía lo que Tamara pretendía. Quería ver sufrir a Flavius viendo como moría uno tras otro de los suyos. Tamara sacó una daga y le apuntó en el cuello a uno de los soldados, el subió la cabeza, tragó saliva ,parecía querer llorar. Tamara no tenía alma ,según muchos legionarios presentes, aunque ellos creían que en cualquier momento podía aparecer alguna diosa de la guerra y ayudarles a vencer. Fueron matando un soldado tras otro, no podían hacer nada, eran cien contra mil. Solo quedaba Tamaghnus, sabían que el sería un valioso rehén ,se ocultaron entre los árboles y no volvieron a saber mas.

-Re..¡RETIRADA!...-gritó Flavius Adeodatus.

Un legionario tocó la trompeta, en señal de la retirada. Tamaghnus lo escuchó mientras estaba en las manos del enemigo ,arrastrado,humillado y mancillado. Podría ser el sonido de la trompeta el último que escuchase, muchos por lo menos tenían esa teoría.