Eriel y Marie no
tuvieron más remedio que hacer caso a su padre y quedarse en su cuarto. Como la
cabaña-caserío no tenía más que una cocina sin electricidad, baño no diré que
tuviesen, pero en cambio tenían un trastero o como lo llamaba su padre “No
entréis allí dentro” y por supuesto la habitación de sus padres y una que
compartían Eriel y Marie, con una litera. Eriel dormía arriba y Marie abajo.
Esa noche, cuando tenían que quedarse en casa encerradas Eriel le contó su
opinión sobre Dan a su hermana. Pero eso no era lo más curioso de todo, el
trastero ocultaba algo, por lo que nadie entraba allí dentro. Siempre había
alguien en casa o por lo menos cerca de ella. Ese mismo día, sus padres recibieron
una carta y rápidamente salieron de casa y se montaron en como dice Marie “Carri-coche”,
que en realidad era un carro tirado por el poni.
-Si tenéis hambre,
hay algo para picar por casa y no salgáis de aquí, hasta que volvamos en tres
días.-gritó su madre.
Cuando se fueron
empezaron:
-¡Toma, toma, toma!
Tres días chavala, que podemos hacer lo que queramos sin ser reñidas.
Que mejor cosa de
hacer, que cotillear la casa, empezaron por la cabaña y el armario de su padre que
había herramientas y mas herramientas. Después tomaron un café descafeinado y
unas pastitas que les hico su madre antes de partir. Con una cuerda empezaron a
saltar a la comba, finalmente fueron al trastero, que estaba en lo alto de la
casa, pero en el interior de ella. Se necesitaba una llave y eso no les
ayudaba, a si que empezaron a hablar de Dan.
Marie se asomó por la ventana y
dijo:
-Hablando del rey
de Roma por la puerta se asoma.
Vieron a Dan medió
ahogado de haber corrido o algo parecido.
Empezó a tirar
piedras a la ventana hasta que hizo un agujero y salieron a la calle Eriel y
seguidamente Marie.
-¿Por qué tiras
rocas?-preguntó alterada Eriel.
-¡Osoooo!¡Correeed!
Todos corrieron a
la casa y cerraron la puerta con pestillo. No parecía venir ningún oso,
pero le
creyeron y les pidió un favor:
-¿Me dejáis pasar
la noche aquí por si las moscas?
-Vale…¿Pero tienes
algo afilado que entre en una cerradura?- preguntó Marie.
-Tomad mi navaja multiusos
y …¡Me llaman!
Dan respondió a la
llamada de sus padres y el les dijo donde estaba, todavía era la
mediodía y su
madre llegó con su coche a buscarle. Dan se despidió y le dio su número a
Eriel.
-¿Y estas cifras
que son?-dijo Eriel cuando Dan se fue.
Eriel y Marie nunca
estuvieron en una escuela, por lo que los números eran magia negra para ellas
dos. Marie sacó la navaja multiusos de Dan y giró una especie de botón, salió
una navaja, un muelle, una especie de llave universal y otras cuantas
herramientas más. Marie introdujo la llave universal en la cerradura, la giró y
se abrió la puerta. No había nada más que cajas y cajas y herramientas.
Abrieron una caja, una de ellas tenía ropa, otra herramientas, había un espejo
bien grande y empezaron a divertirse probando se la ropa, cuando vaciaron la
caja vieron una carta, la abrieron y en ella ponía:
Queridas hijas mías:
Os envío esta ropa a vuestros nuevos padres, espero que la
acepten como os han aceptado a vosotras.
Saludos
Vuestro padre.
No entendieron
mucho la letra cursiva, pero fuese quien fuese era un padre. En otra caja
encontraron unos papeles de adopción y cosas así. Y en otra cartas de sus
padres.
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