XLI.Capítulo: "La reunión"

 (siento el mal dibujo)
Ya que teníamos una gran crisis en mi nación del fuego, nos estaban atacando pueblos de los alrededores, al parecer las tribus del hielo aunque viviesen pegadas, cada uno era independiente, pero Tamara consiguió unir todas las tribus. La legión de Flavius Adeodatus estaba intentando fortalezerse, pero los ciudadanos no veían nada positivo. Ahora la nación del hielo tiene un solo jefe o gobernador, esa es Tamara y otra mujer, que aun no sabemos quien podría ser, muchos soldados la han visto, la reconocieron, pero los mataron. Allí me encontraba yo, a lomos de un caballo, estaba en el campamento de Flavius Adeodatus, bajé del caballo y fui a mi campaña, en el momento que me senté en mi silla, mirando mapas y cartas, entró Flavius corriendo, parecía alterado.

-¡Los soldados han divisado a posiblemente la nación del hielo!

Fuimos unos cuantos soldados a caballo, a ver desde una torre lo que sucedía, ya llevaba dos semanas en el campamento y realmente era un infierno, una pesadilla, cada noche creíamos que alguien entraría la campamento, que habría alguna emboscada, que estábamos perdidos, además nuestros recursos se estaban acabando. Observamos una figura de una mujer a lo alto de una montaña, por detrás la seguía otra mujer de cabello negro...¿era posible que fuera mi madre?

-¡Mari, estás perdida, hemos rodeado tu fortaleza, ríndete ahora que puedes, antes de que sea tarde!-gritó Tamara.

De este modo comenzó una lucha interminable, aunque fuese peligroso, me fui a las primeras filas de soldados para animarles. Flavius tuvo la idea de engañar a los enemigos y atacarlos por las espaldas en vez de todos a la vez, en una lanza enganchamos una nota para los otros soldados que estaban mas lejos, de este modo los soldados cambiaron su posición y en medio de la batalla, me pegaron con algo en la nuca, estaba aturdida y mareada en el suelo, no me podía levantar, cerré los ojos y mi última imagen fue Tamaghnus luchando. No me había despertado, pero escuchaba voces, estaba en una cama, creo que había regresado a casa.

-¿Quién será su sucesor? Tenemos cuatro posibles candidatos como gobernador ,por una parte Spircinium, que tenía los genes de la familia del fuego, al igual que Tamaghnus ,su padre, por otra parte estaba Flavius Adeodatus, estaba escuchando sus voces ¿Tamaghnus estaba vivo? había una voz que no reconocía. Cada vez escuchaba menos sus voces, quería levantarme de la cama y abrir los ojos para saber lo que sucedía, pero no podía.

Tamaghnus, Spircinium y Flavius Adeodatus se encontraban con unas túnicas blancas con dos tiras rojas, estaban en una sala de reuniones, con muchos senadores al rededor, en medio había un trono, en el que se encontraba un chico de pelo corto pelirrojo de ojos azules , con una túnica lujosa y joyas de oro ¿era posible que fuera Cristian?¿que hacía allí?

-¡Bien empecemos esta junta, hoy vamos a hablar sobre nuestro próximo gobernador!

Todos los senadores empezaron a hablar, había 60 senadores en total.

-Si me escogen como gobernador, conocerán la edad de oro, la riqueza, saborearan la victoria...-empezó a hablar Cristian.

Todos los senadores estaban convencidos, parecían poseídos o algo así.

-¡Protestamos!-dijeron el trío marginado formado por Tamaghnus, Flavius y Spircinium, en ese momento eran 3 contra 60.

-¿Que creéis que hará Mari,milagros?-empezaron a reir los senadores.

-¡A caso no se dan cuenta, Mari se recuperará y junto a nosotros tres le ayudaremos a gobernar, señores, no podemos fiarnos del primer desconocido que pase!-protestaron el trío de marginados.

-Por favor, Flavius también es nuevo por aquí y no le habéis criticado.

-De echo...yo ,provengo de la nación del cielo, antes de que ustedes la destruyeran mi madre me mandó aquí.

-¡Arreglalo Flavius, arreglalo!-le dijo Spircinium.

-Pero eso, ya no importa, vine aquí a defender esta nación de sus males, como su anterior gobernador, Anna anda suelta y posiblemente tiene un alto rango y ahora que se unió a otra nación tiene poderes del humo, todos los herederos de los elementos al cambiar de nación, se vuelven del ejército del humo.-respondió.

-¡Cállate Flavius, aquí no nos importa tu opinión, queremos las riquezas que nos ofreze Cristian!-comentó un senador golpeando con una piedra al trio marginado.

De este modo comenzó una pelea, Tamaghnus llamó a otros soldados, continuara...